Cada mascota tiene sus peculiaridades, y son esas pequeñas cosas las que más echo de menos. El movimiento de su cola cuando entro por la puerta, la forma en que me dan un codazo cuando quieren atención... nadie más podría sustituir esos momentos.
Cuando estoy lejos de ellos, intento aferrarme a lo que les hace especiales. Es una forma de recordarme a mí misma que nuestro vínculo es realmente único.